Serie R (relatos). Textos propios. Cap. 7. 4X4, traición a las cuatro ruedas.
Conducir un coche es habitar una realidad que no es nuestra (del todo), una enorme, sobervia y cruel realidad que excede a nuestra voluntad y nos lleva, como un humano llevaría en su mano a una hormiga. Es una realidad indirecta, no llevamos todos los mandos, como cuando navegas un barco y llevas el timón: mueves a un lado a otro la palanca esperando que así tu deseo se cumpla, pero la realidad está sujeta a numerosos condicionantes que se escapan a tu manejo y que de no ser tomados en cuenta, harán que el barco, por propia voluntad, coja un rumbo que no has decidido. Por eso cuando un coche se cruza de frente con un peatón en una calle muy estrecha en la que apenas caben los dos, el peatón se para, pero el coche sigue su ritmo, irrespetuosamente, sin intención de variar su inercia, casi sin posibilidad, de frenar, como un mostruo que no se para en reparar demasiado en un ser diminuto del que no necesita conciencia y al que no toma en cuenta. La relaidad, vista desde arriba, es muc