Serie Cuatro pasos. Cap. 16. 1994.

 

CUATRO PASOS

1994 

Año nefasto para nuestro pobre diablo. Se encamina hacia una nueva autodestrucción por incompetencia total.  

¿Qué pasó ese día, Pablo LM Camunero? 

Pues, que Sara me hizo parar en un lugar... Dentro de un pueblo de la zona, no sé qué pueblo era. Nada más llegar me olía algo, sabía que algo iba a pasar, estaba enfadado y dispuesto a lo peor. Era un comedor social o algo así, y ella va a entregar un trabajo, un proyecto. No me explica ni palabra. Yo no tenía ni idea del proyecto, ni de qué iba a hacer, ni del curso potsgrado por el que íbamos a pagar noventa mil pesetas, ni de nada de su vida en los últimos días. Cuando ella entra en el lugar se produce un jaleo, algarabía. Yo me he quedado en el coche con la niña, en la puerta. Se oye a dos tíos que le preguntan cuándo va a volver, la agasajan y ella está encantada, parece que eso le halaga. Llega al coche, sonriendo, resuelta. Vámonos, me espeta. Mi enfado adquiere unos niveles alarmantes y se eleva al punto de ebullición, pero no digo nada. Si no eres capaz de entender que esto me molesta, no sé qué coño estamos haciendo. Mala jugada, hay que decir las cosas, sobre todo las cosas que no estás dispuesto a permitir. Guadártelas para luego es: me la vas a pagar. Aunque aquí da igual, a ella le importa un comino que me importe, está encantada con su trabajo y la admiración que despierta, aunque sea a unos pobres inmigrantes sin un real ni techo que les guarezca. Aquello iba a explotar.

No entiendo demasiado, Pablo Camunero, esto de que te sienten tal mal las cosas de los demás, que lo tomes todo como un asunto personal, un ataque a tu integridad, un tiro de cañón a tu inseguridad, cuando solo son pequeños escupitajos que la gente no puede evitar lanzar al aire, siempre alguno te da. Enfado, ira...